Muchas personas creen que un recién nacido es un proyecto de ser humano, en oposición a esta afirmación la filosofía Montessori desde sus inicios (y la ciencia actual) considera al recién nacido como una persona que ya ha recorrido un importante trecho en su desarrollo, adquiriendo y siendo parte de los conocimientos de la filogénesis (desarrollo evolutivo de la especie) que obtiene: -A través de la parte más antigua y profunda del cerebro (230 millones de años atrás) el instinto de auto conservación, defensa del territorio y la necesidad de privacidad. -A través del componente asociado a los mamíferos inferiores (130 millones de años atrás) la conciencia social, relaciones, sentido de pertenencia, cuidado de los hijos, compasión hacia los semejantes y preservación del grupo por sobre el individuo. -De los mamíferos superiores (40 millones de años atrás) la discriminación sensorial refinada, especial atención del ambiente externo, infancia larga, pensamiento racional y capacidad de resolver problemas vitales de manera creativa. -Y desde hace sólo 1 – 2 millones de años la comprensión del espacio y el tiempo que nos permite prever para el futuro y recordar el pasado<1>. A lo anterior debemos agregar el hecho de que este recién nacido crece en una familia, rodeado de personas que lo protegen, cuidan y enseñan el mundo, es decir, que promueven el desarrollo de todas sus capacidades y le permiten avanzar en el uso y manejo de todas sus funciones. De esta forma, ya desde el embarazo el niño está en condiciones de aprender poco a poco acerca de lo que es y cómo es la vida, puesto que alrededor de las 8 o 10 semanas de embarazo el cuerpo de este niño (a) ya está completo y a lo largo de este período, cuando aún no podemos verlo directamente ya se encuentra en constate interacción con el medio ambiente utilizando y disfrutando de todos los sentidos. Para ser más específicos y entender al recién nacido como una persona que ya sabe bastante del mundo que lo rodea a él a y su mamá, podemos precisar el grado de desarrollo de cada uno de los sentidos con la siguiente información:
Tacto: 7 y 8 semanas de embarazo
Olfato: Segundo mes de embarazo
Gusto: Tercer mes de embarazo
Audición: Quinto mes de embarazo
Vista: El ojo como tal está listo desde el cuarto mes de embarazo y los fotorreceptores se encuentran completos antes del nacimiento de la persona, por increíble que pueda parecer, está demostrado que el niño dentro de la madre busca activamente las fuentes de luz. Con toda esta información ya podemos estar seguros de que este recién nacido tiene alguna idea de dónde llega, cuáles son los sonidos de su casa, los ritmos de su mamá, las voces de las personas cercanas y hasta tiene canciones favoritas. Todo esto lo aprendió a lo largo del período en el que estuvo preparándose para nacer. Lo que ahora necesita es una persona que le muestre cómo funciona el mundo. Es como cuando llegamos a un trabajo nuevo y estamos despistados e inseguros o imaginemos ser extranjeros en un país en el que no entendemos el idioma y lo único con lo que contamos es con nuestro instinto… cómo desearíamos en esos momentos contar con una persona dedicada y amorosa que nos muestre cómo funcionan las cosas en ese nuevo lugar. Se imaginan estar en un pueblo inhóspito de Arabia, en una calle cualquiera, sin comercio cerca, muertos de hambre y no saber cómo preguntar dónde encontramos un restaurante… o peor aún, necesitando un médico, y todo esto teniendo la posibilidad de hacer señas y morisquetas ridículas, entendiendo claramente qué es lo que necesitamos y pudiendo desarrollar estrategias que nos ayuden, se imaginan que los lugareños pensaran “dejémoslo un rato tal vez se le pasa, si sigue haciendo ruidos acudimos a ver qué necesita”… ¡qué frustración, qué inseguridad, qué miedo! O imaginemos que los lugareños nos pusieran algo en la boca porque para ellos nuestras necesidades se limitan a la comida o a entretenernos con un chupete… sin duda pensaríamos que esas personas tienen serios problemas. En esos momentos necesitamos una persona que nos comprenda y se ponga en nuestra situación, si por el contrario nuestra impotencia se hace algo permanente toda nuestra concepción de ese país y peor aún, de nosotros mismos irá decayendo y tornándose triste. Los bebés afortunados cuentan con esa persona, capaz de infundirles seguridad y responder a sus expectativas, una persona que cuando él necesita algo y lo pide (de la única forma en que puede pedirlo) se acerca a él e intenta leer cómo ayudarlo, que lo comprende, se pone en su lugar y lo abraza, lo abraza mil veces al día. Así poco a poco, día a día mientras le mostramos a este recién nacido cómo funciona el mundo él o ella va expresando sus habilidades, mostrándonos y enseñándonos a aprender, a observar y a crecer. No hay manuales para ser padres pero a veces la humildad y el amor son grandes maestros a la hora de educar a un hijo. Una autora que nos enseña acerca del desarrollo y educación de los niños y niñas desde la filosofía Montessori es Silvana Quattrocchi Montanaro, médico psiquiatra, profesora de Psicopedagogía neonatal en Roma y directora de programas de educación de la Asociación Internacional Montessori (A.M.I) <1> Silvana Quattrochi Montanaro “Un ser humano” p.24
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