Los niños en casa realizando actividades enviadas por las guías, llevando a cabo ideas de mamás y papás creativos, iniciando trabajos pensados y ejecutados por ellos mismos, es realmente gratificante ver cómo los niños nos enseñan que la felicidad en la vida está en el propósito que se tenga.
Viene a la mente las palabras del filósofo Friedrich Nietzsche, en su libro “El ocaso de los ídolos” en la sentencia 12 que dice:
"Si tenemos nuestro propio porqué en la vida, podemos soportar casi cualquier cómo”.
Desde la acción más pequeña, hasta el más profundo sentido de la vida, cobran un valor diferente cuando hay un propósito, es así, que cuando decimos que se aprende desde la emoción, como postula actualmente la neuroeducación, decimos que tenemos una razón para hacer lo que hacemos.
Por eso el antiguo argumento de los padres: “porque lo digo yo” es tan poco útil, por qué un premio o un castigo no alcanzan a convencer a nadie a largo plazo.
¿Cuál es el propósito de lo que haces?
¿Cuál es el propósito de aquello que enseñas a tu hijo?
…El verdadero propósito, ese que tiene que ver con la persona que ejecuta la acción y no con la felicidad o el orgullo de quien la recibe u observa.
Si reflexionamos sobre esto al momento de exigir, pedir o invitar a nuestros hijos a realizar una tarea, nos daremos cuenta de que pedimos muchas cosas vacías y sin propósitos reales.
Si observamos al niño, como invitaba la Dra. María Montessori, descubriremos un mundo de cosas en ellos y en nosotros mismos.
Un niño que crece en un ambiente seguro, respetuoso y amable, hará tareas con propósitos sanos, acordes a su etapa evolutiva, porque es parte de una especie que está en permanente evolución, para seguir esa evolución necesita padres que confíen en la humanidad, en la especie y en su hijo, padres que a su vez tengan un propósito consciente para hacer lo que hacen.
Sylvia Vásquez Segovia
Mundo Montessori Jardín Infantil
Comments